El RMB digital está pasando de M0 a M1, marcando un cambio estratégico para mejorar su uso en transacciones de alta frecuencia y mecanismos de mercado. Este movimiento forma parte de un esfuerzo más amplio para integrar la moneda digital en las actividades financieras cotidianas, reflejando una progresión natural en su desarrollo en lugar de un retroceso. Aunque los aspectos técnicos de esta transición son manejables, el desafío principal radica en lograr la coexistencia con los sistemas financieros existentes y aprovechar los efectos de red. El RMB digital continúa diferenciándose de las stablecoins, con la ambición de remodelar los sistemas financieros y los asentamientos internacionales. Se espera que esta evolución tenga implicaciones significativas para las finanzas digitales y el panorama general del mercado.