El yen se debilitó significativamente después de que el Banco de Japón (BOJ) decidiera mantener sus tasas de interés actuales, desafiando las expectativas de los inversores de un aumento de tasas. Esta decisión ha reavivado las discusiones sobre la política regulatoria y las estrategias del banco central, ya que los operadores expresaron su decepción por la falta de una guía clara por parte del BOJ. La caída del yen lo ha acercado a niveles que podrían provocar una intervención gubernamental. En respuesta a la caída de la moneda, los funcionarios japoneses han emitido advertencias a los mercados, enfatizando su vigilancia. Además, las autoridades han reafirmado su compromiso con la lucha contra la financiación del terrorismo en todos los sectores financieros, subrayando el enfoque regulatorio más amplio del gobierno.