El entorno macroeconómico actual es favorable para los activos de riesgo a corto plazo, impulsado por el gasto de capital en inteligencia artificial, el consumo de individuos adinerados y un sólido crecimiento nominal, que en conjunto mejoran las ganancias corporativas. Sin embargo, los riesgos estructurales a largo plazo, como la deuda soberana, los desafíos demográficos y los cambios geopolíticos, representan amenazas significativas. El auge actual de la inversión en inteligencia artificial está proporcionando un impulso sustancial a los ingresos y las ganancias, aunque su impacto a largo plazo en el crecimiento del PIB sigue siendo incierto. Se aconseja a los inversores institucionales mantener una cartera diversificada, enfocándose en tecnología, servicios de comunicación y mercados asiáticos, al tiempo que consideran bonos de grado de inversión y estrategias alternativas para gestionar la volatilidad. A pesar de las perspectivas positivas, problemas subyacentes como la desigualdad de ingresos y la ineficacia de la transmisión de la política monetaria debido a los altos niveles de deuda pública podrían socavar la estabilidad a largo plazo. Además, se espera que los desafíos inminentes en la gestión de la deuda soberana y la disminución de las tasas de fertilidad afecten el crecimiento económico futuro y la estabilidad política.