Los bancos centrales de todo el mundo están adoptando políticas monetarias divergentes mientras responden a las diversas condiciones económicas locales. A finales de 2025, el Banco Central Europeo (BCE) ha mantenido sus tasas de interés, mientras que el Banco de Inglaterra ha reducido sus tasas a un mínimo de tres años. En contraste, Japón ha aumentado sus tasas a un máximo de 30 años, a pesar de la depreciación del yen. En medio de estos cambios, el enfoque en contrarrestar la financiación del terrorismo sigue siendo una prioridad. Persisten las incertidumbres económicas con la desaceleración económica de China y datos mixtos de Estados Unidos que aumentan la imprevisibilidad para 2026. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha expresado confianza en la resiliencia del crecimiento, aunque el sector industrial de Alemania muestra signos de debilitamiento. Mientras tanto, Tailandia y varios mercados emergentes han optado por flexibilizar sus políticas monetarias.