La inteligencia artificial está desempeñando un papel crucial en la estabilización del entorno económico actual, ya que sectores tradicionales como los mercados laborales y la asequibilidad enfrentan desafíos. El gasto de capital en IA está sosteniendo el crecimiento del PIB y reduciendo la demanda de mano de obra en sectores de baja cualificación, ayudando a evitar una recesión económica más amplia. La dinámica del mercado está cada vez más influenciada por la liquidez, el posicionamiento y la comunicación de políticas, en lugar de por indicadores económicos fundamentales. El auge de la IA también está contribuyendo al aumento de la desigualdad económica, que se está convirtiendo en una limitación macroeconómica significativa. Además, la infraestructura energética se identifica como un cuello de botella crítico para la expansión adicional de la IA. El artículo subraya la creciente brecha entre las economías impulsadas por la IA y aquellas que dependen del trabajo tradicional.