El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de EE. UU. aumentó un 2,9 % interanual, mientras que el IPC subyacente, que excluye los precios de alimentos y energía, subió un 3,1 %. Ambas cifras coinciden con las expectativas del mercado, lo que indica una tasa de inflación estable. Estos indicadores son observados de cerca por inversores y responsables políticos como señales de la salud económica y posibles ajustes en la política monetaria.