La Ley de Secreto Bancario (BSA), promulgada por el presidente Nixon el 26 de octubre de 1970, ha cumplido 55 años, marcando décadas de expansión en la vigilancia financiera en los Estados Unidos. Inicialmente diseñada para combatir la evasión fiscal, el alcance de la BSA se ha ampliado para incluir la supervisión de traficantes de drogas, terroristas y actividades relacionadas con criptomonedas. La ley obliga a las instituciones financieras, como bancos y emisores de stablecoins, a reportar transacciones que superen los 10,000 dólares, un umbral que no ha cambiado para ajustarse a la inflación. En 2024, se presentaron más de 27.5 millones de informes bajo la BSA, lo que destaca su amplio alcance. Los críticos argumentan que la BSA infringe los derechos de privacidad y abogan por reformas, incluyendo ajustar el umbral de reporte para la inflación, reducir los requisitos de reporte o derogar la ley por completo.